Sr. Director:
El 30 de Mayo de 1919 en el Cerro de los Ángeles, diócesis de Getafe, centro geográfico de España, SM. Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón de Jesús, con esta súplica: “España pueblo de tu herencia y predilección se postra hoy reverente ante ese trono de bondades que para Ti se alza en el centro de la Península. Reinad en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras y en nuestras leyes e instituciones patrias”. Esta consagración tuvo unas consecuencias muy graves para Alfonso XIII, que perdió su trono real debido a la oposición de poderosas fuerzas antimonárquicas y anticatólicas. Además, durante la guerra civil el monumento fue dinamitado, la Estatua del Sagrado fusilada por balas milicianas, como se puede verificar por testimonios gráficos de la época y el Cerro de los Ángeles fue profanado con el nombre del Cerro Rojo. Después de la Guerra Civil se restauró todo el complejo religioso incluyendo un monasterio de Carmelitas Descalzas fundado por la Madre Maravillas y la imagen del Sagrado Corazón. El Cerro de los Ángeles es hoy un foco de espiritualidad, muy especialmente en este año que se cumple el centenario de la consagración de España formulada por el Rey Alfonso XIII.
Con motivo este centenario, en Gijón en donde se encuentra unos de los templos más emblemáticos dedicados al Sagrado Corazón, como es la Basílica del mismo nombre, tiene lugar un ciclo de conferencias con motivo de este centenario en el que expertos ponentes como son los obispos Monseñor D. José Rico Pavés, Obispo auxiliar de Getafe, Monseñor D, Manuel Sánchez Monje, Obispo de Santander, y Monseñor Fray, Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo, expondrán, bajo el tema general MIRARÁN AL QUE TRASPASARON, todos los fundamentos bíblicos, teológicos y pastorales de Jesucristo, Dios y hombre, simbolizados en su Sagrado Corazón. Como afirma el Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes:”La Solemnidad del Sagrado Corazón, es la celebración del amor de Dios a los hombres, que culmina en el don de su Unigénito, el cual ha amado al mundo con “corazón de hombre”.