Sr. Director:
Quisiera con estas líneas seguir denunciando una situación que por más que nos hayamos acostumbrado, ni es normal ni tiene justificación. Hablo de la Comunión en la mano. No tiene justificación ni desde el punto de vista del creyente ni desde el del pagano. En la ciudad en la que vivo, tras recorrer varias de las parroquias que tenemos, y negarme en todas la comunión en la boca, por fin encontré un sacerdote que me permite comulgar en la boca con la condición de ser la última persona de la fila.
Ahora, a los niños de primera comunión se les enseña a recibir a Jesús en la mano. He oído cosas justificándolo del estilo de que, con la que está cayendo, hay que ser responsable, que si fulanito o menganito, que es super piadoso, lo hace también así, que si lo mejor es enemigo de lo bueno, etc. Si realmente creemos en la Transustanciación, y que lo que recibimos tiene la apariencia de pan, pero en la sustancia no lo es, sino que es Dios, me parece casi herético o blasfemo pensar que voy a recibir a Cristo y a lo mejor me pega un virus. Me recuerda esto al pasaje del Evangelio que dice``¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?´´
Por otra parte, las manos del sacerdote tienen que estar consagradas, el copón y la patena, también, pero pensamos que podemos manipularlo con las nuestras porque sí. Me han dicho también que es por no dar ``motivos´´ sanitarios contra la iglesia porque está en el punto de mira. Pues desde el punto de vista del pagano, para el que la Eucaristía es un simple trozo de pan, tampoco está justificada la medida, y esto dicho por más de un médico, aunque por su lógica, tampoco es difícil de entender. Lo explico a continuación. Para comulgar hay dos elementos imprescindibles; las manos del sacerdote y la boca del comulgante. Comulgando en la mano, estos dos elementos se mantienen, y además, se suman dos manos más; con la que se recibe y con la que se introduce en la boca, por lo que es, desde ese punto de vista pagano, más fácil contagiarse así. El sacerdote no necesita tocar ni la boca o la mano del comulgante, y en el accidental caso de que así ocurriese, el contacto mano con mano se considera también fuente de contagio. Hace años se comulgaba de rodillas y en la boca. La Iglesia tiene que ir con los tiempos, la sociedad cambia y la Iglesia se tiene que adaptar. Hace cien años no había megafonía en los templos, buena iluminación, no se podía evangelizar por internet o dar avisos parroquiales a través de un grupo de Whatsapp, y eso está bien que evolucione, pero Dios es inmutable, no cambia, y es el mismo que se recibía con profunda reverencia de rodillas, el mismo que ahora muchos reciben como una galleta. Esas cosas no pueden cambiar porque son inmutables. Debemos volver a la comunión de rodillas y en la boca.