Sr. Director:
Los británicos se han marchado de Europa, los italianos cada vez hacen más de su capa un sayo, los franceses luchan por una silla en primera fila y los alemanes nos dan continuas lecciones y juegan al ordeno y mando.
Aquí, desde aquellas películas de Alfredo Landa, los políticos babean con Europa, hay que ser europeos, hay que estar en Europa y, sin ir más lejos, el nuevo Gobierno ha hecho confesión explícita de su europeísmo y hasta se dice que hay nombramientos hechos de cara a la Unión y valoramos algunas de esas designaciones porque ‘vienen de Europa’.
El asunto de las migraciones es lo suficientemente importante como para que políticos, parlamentarios y funcionarios se pusieran manos a la obra y plantaran cara a mafias, a tratantes de seres humanos y a países insolidarios pero, lejos de eso, se ponen de perfil y siempre dejan la pelota en tejados ajenos.
Eso sí, luego, ‘los hombres de negro’ nos impresionan, nos asustan y, además de pagarles el sueldo con nuestro dinero, nos apresuramos a rendirles pleitesía.
Alguien debería dedicarse a demostrarnos que Europa sirve para algo más que para que parlamentarios y funcionarios, vivan. ¿Del cuento?