Sr. Director:
La democracia no es un juego de mesa para una tarde fría de otoño, ni tampoco una prueba de laboratorio que ensayamos hasta obtener el resultado deseado. Ojalá los españoles, incluidos el Partido Socialista y lo que queda de Ciudadanos, aprendamos por fin esta lección. Nuestra democracia parecía estable y no lo es. Y no solo porque el desafío independentista ha quebrado la convivencia y amenaza a la normalidad institucional, sino porque en muy pocos meses las pasiones se han adueñado de las urnas generando tensiones y enfrentamientos que serán difíciles de restañar. El Gobierno que ahora se delinea puede ahondar en esas tensiones si se guía por un radicalismo ideológico que ya asoma en el acuerdo firmado por Sánchez e Iglesias, que puede salir adelante con el apoyo de los independentistas y que tiene poco que ver con el gran pacto de la Transición.