Sr. Director:
Basta con oír las intervenciones de Irene Montero y de alguna colaboradora de su cohorte de mariachis, para valorar la suerte de contar en el Gobierno con una selecta muestra de «la generación mejor preparada de nuestra historia». Una generación que, sin ceñirnos a encorsetados prejuicios de edad, bien podríamos extender a parte de sus compañeras «feministras» menos jóvenas: como su tocaya «Chiqui» (Montero) del agua y la sal, o la inefable Carmen Calvo dixit. Todas ellas apisonadoras tan eficaces como la utilizada por el doctor Sánchezstein en su ególatra espectáculo para destruir carabinas y todas esas armas recabadas por comisarías y casas cuartel.
Nuestras empoderadas «feministras», con la sólida base que les ofrece la fantástica ideología de género, también están resultando unas auténticas apisonadoras... del rancio sentido común y de la obsoleta argumentación de los razonamientos lógicos, de la añejas y radicales verdades científicas y biológicas, de las caducas diferencias sexuales fundamentadas en cosas tan absurdas como el desigual ADN y los muy distintos órganos y caracteres sexuales, etcétera.
Pero lo mejor es lo baratísimo que resulta el combustible de esta apisonadora: el silencio cómplice ante sus tropelías, producido por un temor generalizado a ser tachado de facha y de alguna temible fobia antiprogresista.