Sr. Director:
Durante generaciones desde que el gran José Zorrilla recreó de forma popular y genial Burlador de Sevilla de Tirso Molina, drama, teológico sobre la predestinación contra las teorías de Lutero sobre la Justificación, la noche de ánimas, la que va del día de Todos los Santos al de los Fieles Difuntos, se escenificaba en muchas ciudades y pueblos de España Don Juan Tenorio, que ha pasado a significar uno de los mitos más duraderos de la cultura literaria de Occidente, tanto en la literatura como en la música. El público tanto el que en Siglo de Oro asistía al Burlador de Sevilla de Tirso, como el que en el Romanticismo contemplaba el Don Juan Tenorio, salía enardecido con conclusiones de Tirso condenando al primero a los penas del Infierno, como la salvación del segundo del lugar de tormentos. El primer porque desconfiaba de la Misericordia y el segundo porque el Dios de Clemencia es el de Don juan Tenorio.
Lo que antes era una representación literaria y teológica de gran altura, didáctica y educativa, en los tiempos actuales dominados por la post-verdad, mentira que oculta y trivializa todos los interrogantes sobre el más allá de la muerte, los novísimos: cielo infierno (…) son sustituidos por danzas macabras calavéricas repletas de magia, hechicería, brujería y toda clase de supersticiones algunos claramente demoniacas. Reivindicar la genialidad tanto de Tirso como de Zorrilla es librar la cultura española del mimetismo made in USA que todo lo convierte patrañas que se pagan caras. Los versos con los que Don Juan salvado por Doña Inés, su ángel de amor, son la repuesta más contundente a míster Halloween: mas es justo y notorio/ que, pues me abre el Purgatorio, un punto de penitencia/ es el Dios de la Clemencia / el Dios de Don Juan Tenorio/.
El padre del periodismo moderno, Mariano José Larra (pobrecito hablador y Fígaro) quien afirmaba: escribir en Madrid es llorar, nos dejó en uno de sus más celebres artículos costumbristas Día de difuntos una visión patética de la España de su tiempo que se repite hoy. España como entonces es un gran cementerio, cuyo panteón emblemático es Madrid Villa y Corte: “Miraos-escribe Fígaro- a vosotros mismos y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio. ¿Vais a ver a vuestros padres y abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven, porque tienen paz, ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra”