Sr. Director:
Ante las noticias que, algunas solapadamente, van apareciendo sobre los precios de los productos de uso diario, la situación empieza a parecer una pescadilla que se muerde la cola. Si el paro sube, hay menos gente que compra y, si la cosa fluctúa, hay más gente que se guarda el dinero para más adelante, no gasta, consume con menos alegría, y lo notan los comercios, las empresas y los bares. Esa indecisión revela la falta de confianza de unos con otros, posiblemente la mayor enfermedad social de cara al futuro.
Se ha ‘ralentizado’ la idea de que podríamos salir adelante con alguna facilidad. Acaba el crecimiento exorbitado de la pandemia, pero no se refleja en las cuentas de cada uno, con la electricidad galopante y los problemas estructurales que nos afligen, con un paro desorbitado y pocas ganas de contratar gente nueva. Somos tal vez el país con más ‘ninis’ de Europa, gente joven que ni estudia, ni trabaja.
No siempre ha sido así, ni tiene por qué ‘ralentizarse’. Otros han sabido resolver situaciones parecidas, básicamente, contando con una mayor confianza de todos para tomar las medidas oportunas, confianza y unidad que ha de empezar por los miembros del Gobierno. ‘Vamos p’alante’.