Sr. Director:
“El Senado argentino entierra el sueño del aborto libre” Así encabeza la noticia un importante diario nacional y he de confesar que me ha producido una extraña sensación de desagrado. Describir como un sueño la práctica de un aborto “libre y gratuito” es lo que más se contrapone al sueño de millones de mujeres en el mundo que desean realizarse en lo más misterioso y emocionante de su existencia: la maternidad y la procreación de un ser humano.
No voy a agotar mi reflexión en consideraciones científicas o incluso éticas y morales. Me basta con detenerme en la simple constatación del primer aliento de vida que nace de la unión natural entre un hombre y una mujer, para comprender que la vida es la consecuencia de un acto biológico que tiene su origen en la entrega generosa y total de dos personas, hombre y mujer, que dicen “atraerse y amarse”.
Yo creo que la finalidad de la ley no es favorecer los sueños que destruyen la creación de una vida, con todo lo que ello supone, no solo para la reproducción de la especie humana y su desarrollo, sino también para el equilibrio y conservación de la naturaleza, de la que el hombre y la mujer son sin duda, los seres más perfectos.
Evidentemente el afán proabortista que sufre una parte de la sociedad de hoy no es más que el fruto de la colisión de la ley civil con la innombrada y casi olvidada ley natural. Si no existiera más que la ley civil tendríamos que admitir que cualquier valor, incluso aquellos por los que el hombre ha luchado y considerado como cruciales avances en la larga marcha hacia la libertad, pueden ser cancelados por una simple mayoría de votos.
Ignorar la ley natural es cerrar los ojos ante la posibilidad de que ocurran casos como el que acabo de describir sobre la libertad y promover leyes que lesionan las exigencias derivadas del bien común supondría conducir a la sociedad hacia una dirección errónea y peligrosa. Intentemos al menos cambiar a esa sociedad que dice “soñar con un aborto libre y gratuito” por una sociedad que sueñe con dar vida a personas libres, felices y respetuosas con la naturaleza. Empeñarse en ello vale la pena.