Cartas al director
El efecto Mireia
Sr. Director:
Del aparente desastre olímpico que por ahora significa nuestra participación en los Juegos de Río de Janeiro, sólo nos están salvando unos cuantos y, sobre todo, cuantas.
Entre éstas sobresale la brillante actuación de la ejemplar nadadora Mireia Belmonte y su medalla de oro en 200 metros mariposa. Ejemplar también porque ha dejado gestos que van más allá del oro. Como fuera que, nada más bajar del podio tras escuchar emocionada el himno, saltándose literalmente el protocolo y las mil prohibiciones de rigor, subiera a las gradas buscando a su padre y, tras abrazarle, recogiera de éste una bandera de España que mostró durante todo su recorrido triunfal alrededor de la piscina.
Ahora que vivimos un momento difícil de nuestra historia, cuando una parte de españoles de una parte de España (esa misma donde nació Mireia), pretende separarse del resto porque se sienten superiores y diferentes, un acto tan valiente y generoso como el que hizo esta mujer portando alegremente la bandera de España, es algo que va más allá que ese oro que tan merecidamente se ganó. Una mujer que sí que ha demostrado su superioridad y diferencia en capacidad de sacrificio, superación, esfuerzo y méritos. Si según el denominado «efecto mariposa», el simple aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo, cuando Mireia batió en Río sus alas de campeona, en este lado del mundo nos provocó el desbordamiento de un orgullo: el de ser españoles, como ella.
Miguel Ángel Loma
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