Sr. Director:
El concejal de Turismo de Sevilla, Antonio Muñoz, ha defendido el derecho a visitarnos de todo tipo de gente, incluido ese turismo de chancla y mochila tan denostado a veces; dice que Sevilla no puede ser una especie de Montecarlo sólo accesible para ricos.
Y tiene mucha razón, ya que una ciudad no es como un local de admisión restringida sólo a quienes lleven una determinada apariencia. Siempre que un turista sepa comportarse con respeto a la ciudad y a su gente, lo importante no es tanto que lleve chanclas y mochila, u horrorosas bermudas, «andalitas» con calcetines blancos y el taco en el bolsillo. ¿O es que sólo los del taco iban a tener derecho a visitarnos?
Pero lo que sí resulta rechazable es que vengan a tomar nuestras más céntricas y emblemáticas calles, todos esos y esas que están convirtiendo a Sevilla en un Parque Temático de la chabacanería y la ordinariez. Y es que parece que no hay hortera foráneo que no nos visite: ya sea para una despedida de soltera o de casado, en un despliegue de vulgaridad más propio de uno de esos lugares de veraneo para guiris borrachuzos, donde por un puñado de euros les consienten todo, que de una ciudad como la nuestra. Seguro que estos zafios se dejarán más pasta que los turistas de chancla y mochila. Pero al precio de degradar Sevilla y su imagen.