Sr. Director:
No hay que profundizar mucho en el análisis de las ideologías que predominan en la España de hoy para advertir a grandes rasgos la situación. Destaca de una manera singular el ateísmo: la España que antes se decía “católica” es ahora aconfesional: creer o no creer en Dios no es cuestión de nacionalidad sino de conciencia personal y esto, desgraciadamente, ha llevado a muchas personas a dejar a Dios en un rincón del cuarto trastero. Pero, maquinalmente y también de forma reflexiva y deliberada, están siendo conducidos de manera vil y alevosa al otro extremo, a un ateísmo belicista, irrespetuoso e intolerante, coartador de las libertades más primarias e innatas en el sentido de orden y grado. Siendo así que se hace necesario discernir en el pensamiento actual hasta dónde llega el socialismo, qué parte hay de marxismo, de comunismo, de liberalismo, de autoritarismo e incluso de totalitarismo…. Y es que como dice el refrán: a río revuelto… ¿Quién es el que gana? Sencillamente el que detenta el poder. Y ocurre entonces como en la obra de teatro de nuestro gran Calderón de la Barca, “El gran mercado del mundo” (Sí, sí: “mercado”, esta no es la popular), donde todo se compra y se vende, todo tiene su precio. Y cuando al poder se le une la ambición nace en él la pretensión de dominarlo todo. Mas cuando es altivo y desmesurado puede comprar o enajenar todo lo material pero no lo inmaterial; e inmateriales son las libertades y derechos anejos e inseparables del ser.
Mucho sabe el mundo, mucho sabe España, mucho saben los españoles de resistir en la lucha por sus libertades y sus derechos. No sería, pues, conveniente al poder tensar y atirantar más situaciones aberrantes y respetar, porque son respetables y lícitas por derecho propio, otras ideas y otras formas de pensar y de conducir la privativa, peculiar e íntima vida personal y social.