Cartas al director
Epílogo Pascual
Sr. Director:
Desde un plano puramente histórico, la Fe en la Resurrección de Jesucristo que germinó después del primer Viernes Santo, es el origen del Cristianismo.
La vida terrena de Jesús y su Resurrección constituyen la piedra fundamental de la Fe Cristiana en todos los tiempos. Sobre la resurrección de Jesucristo, verdad de Fe que es imposible demostrar científicamente, porque no pertenece al objeto formal de la ciencia experimental, que no puede ni debe plantearse esa cuestión, existen sin embargo, algunas posturas teológicas que la cuestionan, o se acercan con criterios insuficientes. Pero como afirma San Pablo: Jesús, el Crucificado, resucitó de la muerte, es la verdad radical y absoluta para la vida y el pensamiento cristiano, sin ella los cristianos son los más infelices porque ni la fe ni la predicación tienen contenido. La Encarnación y la Resurrección diferencian al Cristianismo de todas las religiones y creencias.
No faltan quienes sostienen que Jesucristo volvió a tomar posesión de su cuerpo (cadáver) abandonó el sepulcro, se apareció a los discípulos, le oyeron, lo tocaron y comieron con él, luego ascendió al Cielo para estar con Dios. El sepulcro vacío y las apariciones físicas serían las pruebas de la realidad de la Resurrección. Sobre esta realista y muy extendida pero irreal suposición se basan las presuntas investigaciones de algunos teólogos y de los científicos, que dicen haber abierto el Sepulcro vacío.
Pero el sepulcro vacío como pretenden algunos nunca ha sido el fundamento directo real y próximo de la Fe en la Resurrección. Además es negar la resurrección afirmar que se ha encontrado nada físico de Jesucristo. Como afirma el mayor teólogo vivo, el Papa emérito Benedicto XVI, quien el Domingo de Resurrección cumplió 90 años llenos de vitalidad y lucidez teológica: Jesús no ha vuelto a una vida humana normal de este mundo. Ha entrado en una vida, distinta; en la inmensidad de Dios y desde allí se manifiesta a los suyos. Jesús no es alguien que haya regresado a la vida biológica normal y después, según las leyes de la biología deba morir nuevamente cualquier otro día. La Resurrección, afirma el gran teólogo, es un acontecimiento dentro de la historia, sin embargo quebranta el ámbito de la historia y va más allá de ella, porque la transciende dándole pleno sentido.
Fidel G. Martínez
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