Me comentaba, hace unos días, un amigo médico que vivimos en una sociedad que bien podría denominarse “Estado del Malestar”, en contraposición a la manida expresión de Estado del Bienestar.

En España, especialmente, se está legislando y gobernando – y no sólo a nivel político, también en el ámbito cultural y educativo - en una dirección que conduce a muchas personas hacia un “malestar”, unas veces porque se confunde el Malestar con el bienestar subjetivo, otras veces porque se produce daño, se justifica,  se fomenta, y aparentemente seguimos tan contentos, en una burbuja que seguimos calificando como “bienestar”

El Tribunal Constitucional, muy dividido en una materia tan crucial como la vida humana,  ha aprobado que puedan abortar las menores de edad de 16 y 17 años, sin consentimiento de sus padres. 

El aborto va en aumento, tanto en cifras como en ampliación de supuestos. Curiosamente, muchos admiten que no es la solución adecuada, pero con el matiz de “respetar” a quien quiera abortar. Es un respeto algo sospechoso, porque parece que se quiera esconder, evitar el debate, ignorar las causas. Se provoca la muerte de casi 100.000 fetos cada año en España, y estamos impasibles ante esa tragedia, justificándola como modernidad, inevitable solución o incluso derecho.