Sr. Director:
Quizá para prevenir la tentación de no sentirse interpelados, Francisco advierte contra el mal clericalismo, que define como la actitud que “no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente”, y cuya consecuencia es que “genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos”. Sería clericalismo no sentirse interpelados, pensar que estos problemas, aun reconociendo su gravedad, suceden muy lejos de nuestros hogares y no afectan al discurrir de nuestra vida cristiana. Todos estamos llamados a construir la Iglesia.
¿Cómo colaboramos en esta tarea? El Papa nos da una respuesta: “invito a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor (esta clase de demonios solo se expulsa con la oración y el ayuno, Mt 17,21)”. Será con santidad personal como contribuiremos a la edificación del pueblo de Dios y como prevendremos estos hechos. Dios no abandona a su Iglesia, y es Él quien hace surgir santos en los momentos más delicados de la historia de la Iglesia. Cada uno de nosotros debe dar un paso adelante ahora. Como dijo San Josemaría, “estas crisis mundiales son crisis de santos” (Camino, 301).