Sr. Director:
Creo recordar que fue José María Aznar quien siendo presidente de Gobierno y tras uno de aquellos horribles asesinatos de ETA, refiriéndose a los asesinos prometió muy solemnemente: «Lo pagarán. Se pudrirán en las cárceles». Pero yo sabía que no sería así. Fue Aznar, aunque podría haber sido González, Zapatero, Rajoy o hasta Pedro Sánchez, que éste es capaz de prometer cualquier cosa y su contraria. Sin embargo, la realidad es que desde hace bastante tiempo y aprovechando cualquier circunstancia que acapare nuestra atención y nos distraiga, a los presos etarras se les están aplicando inmerecidos beneficios penitenciarios que a la postre resultan una nueva y póstuma burla hacia sus víctimas. Se les recortan sus penas, se les desplaza a cárceles más cercanas a sus familiares, se les permite que les homenajeen en sus pueblos como héroes incluso en pleno confinamiento, se les admite junto a sus voceros en las instituciones y se les acomoda como interlocutores y socios del Gobierno de España... Y todo ello mientras que aún quedan por resolver 324 asesinatos etarras que claman justicia. O sea, que al final ni lo pagan ni se pudren. Lo pagamos, les pagamos, los españoles, y se pudren como siempre las víctimas, algunas incluso en vida. Y junto a ellas, nos pudrimos un poco más todos, incluyendo la democracia española.