Sr. Director:
Sobre la ley que se pretende aprobar, también Martínez-Selles dice: “Va a ser una ley que destruirá la relación médico-paciente y generará una desconfianza enorme en todo el sistema sanitario. Se va a hacer un daño irreparable. Y es muy inoportuna, con todo lo que estamos viviendo a causa del coronavirus. Además, no hay ningún tipo de demanda social para el tema de la eutanasia. Es más un tema ideológico que, encima, se ha intentado asociar –de forma inadecuada– a políticas de izquierda o progresistas”.
Y en su libro recién publicado, “Eutanasia”, este autor advierte que eutanasia viene del griego y significa buena muerte. Este es el engaño, nos dice, porque la medicina paliativa es la que estudia, con detenimiento y grandes progresos, como ayudar al paciente que está grave, al que está cerca de la muerte. Podemos entender que una persona que sufre mucho en una situación terminal piense en la muerte, pero los cuidados paliativos han avanzado mucho en los últimos tiempos, para ayudar al enfermo en los momentos más difíciles.
El suicidio siempre se ha visto como algo terrible. Que alguien decida quitarse la vida supone una pobreza interior que solo la produce el materialismo que está en el ambiente. El empeño por vivir bien como único sentido. Y resulta que ahora los mismos médicos son los que están proponiendo el suicidio. Porque la eutanasia no es más que un suicidio asistido. Y si fuera algo más que eso, si se estuviera quitando la vida a un enfermo sin que él lo pida, sería un asesinato con todas las de la ley.
¿Qué es lo que quieren esos médicos progresistas que promueven la eutanasia? ¿Hacia dónde van esos políticos empeñados en aprobar semejante ley? Parece que quieren quitarse de en medio los enfermos que sobran.