Sr. Director:
Según todos los indicios, Andreas Lubitz, el copiloto fue el responsable de que se estrellase el avión de Germanwings. Parece que tenía problemas psiquiátricos e incluso hace unos años, antes de obtener la licencia, fue tratado por tendencias suicidas.
Todos estamos conmocionados desde que conocimos el siniestro. Intentamos hacernos cargo del dolor de las familias de los fallecidos, yo había tenido de alumno a uno de ellos, pero nos damos cuenta de que es difícil imaginarlo. El hecho de que la muerte de 150 personas haya sido buscada de forma deliberada por el copiloto nos llena aún más de zozobra.
Toda nuestra vida está basada en actos de confianza. Confiamos en la persona que nos ha preparado la comida, en el conductor del autobús, en el médico que nos atiende. No puede ser de otro modo. Hay que tener unas garantías mínimas y habrá que ver si en este caso se han respetado. Pero exagerar sería patológico, nos llevaría a una situación invivible. ¿Se imaginan exigir un certificado a cada una de las personas con las que nos relacionamos?, aunque corramos el riesgo de toparnos con un Lubitz.
Jesús Domingo