Sr. Director:
Había ya indicios suficientes para sospechar que el reparto de las ayudas de la Unión Europea por parte del Gobierno iba a estar marcado por la arbitrariedad y el sectarismo. Desde el primer momento han faltado controles que aseguren una gestión transparente, y se ha rechazado la intervención de expertos independientes, como se ha hecho en otros países.
La Comisión Europea ha señalado que estos fondos deben servir para mejorar transformar el tejido productivo y la innovación, lo que en España se traducirá en una mejora de nuestro nivel de desempleo endémico. El peligro es que, en lugar de eso, se utilicen para comprar voluntades y apuntalar los acuerdos del gobierno con las fuerzas nacionalistas. Pienso que Europa, aunque ahora diga que se hace bien para no crear problemas institucionales, y también la justicia española, deben tomar cartas en el asunto.