Sr. Director:
El globalismo está empeñado en una serie de objetivos, uno de los cuales es la generalización del uso del coche eléctrico. Esto naturalmente es imposible. En primer lugar porque son muy caros. En segundo lugar, su fabricación contamina y necesita metales raros. En tercer lugar, no hay suficientes puntos de carga. Pero lo más importante es que no hay electricidad suficiente para ellos, ya que las llamadas energías limpias no tienen capacidad de almacenaje. Es decir, que los molinos eólicos sólo producen cuando hay viento y las centrales solares, sólo cuando hay sol y no se puede almacenar. El resto del tiempo, la humanidad se abastece de otras energías. Aparte de eso, resulta que hay muchos conductores de mercancías que necesitan furgoneta o camiones que consumen gasolina o diésel, y no es de esperar que se pasen al Tuk Tuk para ser más ecológicos. De modo que la única alternativa viable consiste en renunciar al transporte por carretera. Lógicamente, si tampoco quieren utilizar la aviación porque es contaminante y la mayoría de los trenes, lo que pretenden es eliminar el comercio en general, quieren que volvamos a los huertos familiares, que destruyamos la industria, que no viajemos... Todo ello en nombre de un supuesto cambio climático producido por una supuesta acción humana.
Es decir, pretenden llevarnos de vuelta a la edad media, o incluso antes. Sólo nosotros, los que gobiernan seguirían igual. Esto me recuerda una novela que leí hace tiempo, donde todos vivían en una gran ciudad cubierta por una cúpula y el estado era dueño de todo. Fuera de allí estaban los salvajes que no admitían ese dominio y eran libres pero no recibían ninguna de las ventajas de la civilización. Si me dan a elegir, yo prefiero estar fuera de la cúpula. Su mundo utópico que se lo queden ellos.