Sr. Director:
Todos lo saben. Vincent Lambert murió por deshidratación y desnutrición inducida; o sea, de hambre y de sed. Nueve días sin comer ni beber. Ni a un animal se le desea. Una muerte cruel, decretada por un juez en Francia. La solicitaba la esposa desde hace seis años, aduciendo, sin pruebas, que él la hubiera querido. ¿No eran, acaso, sus padres y hermanos, que lucharon por su vida, quienes más lo querían? Hoy se habla de “muerte digna”, como si la muerte natural no fuese digna cuando a cada uno le llega su hora. Contradicciones de una cultura no asentada en lo razonable y moralmente bueno. En España, criticamos a los nazis, pioneros de la eutanasia, y se pretende imitarles con esas leyes impropias de una civilización progresista. Se ha eliminado la pena de muerte, y, ahora, se pretende imponer leyes de eutanasia ( de matanzas) con el eufemismo de “muerte digna”, en lugar de proporcionar la ayuda de los cuidados paliativos a quienes lo necesitan. La multiplicación de los abusos abundan allí en donde se legalizan estas leyes antivida ( Holanda) .¿Por qué, lo que se pretende, no es la provisión de unidades de cuidados paliativos a todos los hospitales de España? Aquí, mueren al año 80.000 personas sin haber recibido cuidados paliativos. Matar a un ser humano es siempre indigno, e indigno, también, el ensañamiento terapéutico, que no era el caso de Vicent Lambert, enfermo desde 2008 y que no había empeorado en las últimas semanas. El Papa Francisco escribió en su cuenta de Twitter: “ No construyamos una civilización que elimina a las personas cuya vida consideramos que ya no es digna de ser vivida: toda vida humana tiene valor, siempre”.