Una de las desventajas de sufrir tantos niveles de administración como tenemos en España, además del gasto desmesurado y del número tan elevado de cargos públicos, es que encima generan normativas incompatibles entre sí, que se solapan y nos crean confusión.
Uno de los ejemplos más palmarios es el que estamos experimentando en el comercio de Cataluña. Existe una legislación nacional asimilable a la del resto de Europa pero el gobierno catalán no podía resistir la tentación de introducir aquí también su "modelo propio". ¿Y en qué consiste ese modelo? Pues básicamente en perjudicarnos a casi todos, restringiendo a los comerciantes su derecho a decidir cuándo abren su propia tienda y a los consumidores el horario en el podemos acudir a comprar.
La normativa catalana parece redactada hace cincuenta años y es contraria a los tiempos modernos de libertad comercial que se promueven en el resto de España y Europa. De hecho, hace un par de años la Unión Europea ya abrió expediente al gobierno catalán por vulnerar la libertad de las empresas y parece que no aprendió nada de todo aquello.
Es lamentable cómo algunos políticos están empeñados en convertir a Cataluña en uno de los lugares más retrasados de Europa en algo tan fundamental en una economía como es la libertad de empresas y consumidores.
Antonio Sanz