Sr. Director: 

El problema del Mediterráneo Oriental es que Erdogan ha ido demasiado lejos en su sueño neo-otomano y se ha imaginado a sí mismo como un gran califa. Las detenciones de opositores, periodistas y activistas de derechos humanos se han completado con la reforma de los colegios de abogados para silenciar toda crítica interna. En política exterior, pese a los sonados fracasos del pasado, Erdogan vuelve a asumir riesgos temerarios que le indisponen con sus aliados. La misma lógica sigue la conversión de Santa Sofía en mezquita.

Es el recurso desesperado al nacionalismo para tratar de revertir la caída en las encuestas del gobernante AKP y enmascarar la segunda recesión económica en pocos años, epílogo de una nefasta gestión en la que es imposible reconocer al Erdogan reformista de los primeros años.