Sr. Director:
El vicepresidente segundo en plan tabernario y machista se ha intentado vengar de una diputada de VOX, María Ruiz, de la forma más oscura y reaccionaria. Con su conocida retórica facistoide-leninista más propia de los gulags soviéticos que de un parlamento democrático, no ha respondido a ninguna de las graves y ciertas acusaciones que la diputada con humildad y sinceridad le ha formulado. Mientras la diputada le acusaba de desdén y abandono en el cuidado de los mayores, el demagogo populista Iglesias respondía con una retahíla de insultos y provocaciones ridículas y tabernarias en el más estilo de Adriana Lastra. El paroxismo de la enajenación de Iglesias en su delirium tremens hecho pura verborrea de Pablo Iglesias, llegó cuando negó ser creyente y utilizó para sus ataques y descalificaciones a la diputada de Vox la persona y obra del papa Francisco. El espectáculo lamentable que ayer ofreció Pablo Iglesias en un parlamento casi vacío, por su orgía de insultos y descalificaciones hacia una parlamentaria que con sinceridad y sin acritud le exigió asumir responsabilidades por su dejadez y abandono de los más vulnerables del Covid-19, es sin duda alguna la mejor prueba de que la diputada de Vox tenía razón y le había molestado donde más le hería a Pablo Iglesias: en su autosuficiencia pseudo-retórica vacua y ridícula. La estrategia machista de Pablo Iglesias siempre en la misma dirección, la demostró hace días con la diputada de VOX Macarena Olona y ahora con, María Ruiz, es no responder a nada de lo que se le pregunta y sí dedicarse al insulto y la descalificación, una prueba evidente de incompetencia parlamentaria y hacer de la enfermedad y muerte de los mayores un argumento reaccionario.