Sr. Director:
Las empresas están descubriendo que si se reducen las jornadas de trabajo, aumenta la productividad. Mismo sueldo, mismas responsabilidades y menos horas hacen que la gente trabaje más a gusto y mejor. La semana de cuatro días laborables y 32 horas se está imponiendo porque la gente se refresca y llega mejor y con más ganas al tajo.
A lo mejor esa sería también una buena solución para los políticos. No es que trabajen mucho la mayoría de ellos, pero están enganchados las 24 horas al momio. Que se lo digan a Ábalos con sus paseos de medianoche por el aeropuerto. Se entiende así que luego no dé pie con bola cuando llega al despacho y los periodistas le ven las ojeras.
También los ciudadanos estaríamos menos estresados con la política, sin tener que estar pendientes todo el día de las rectificaciones sobre si la mesa si, la mesa, no, la mesa ahora o la mesa más tarde. Posiblemente si los políticos dedicaran más tiempo a otra cosa, que no sea pillar y pillar, sino descansar y relajarse, se equivocarían menos en sus ocurrencias. Lo malo es que estén reventados, pero tengan siempre a mano el botonico del poder que les da tantos disgustos con la improvisación.