Sr. Director:
Gracias a los copiosos procesos judiciales con políticos implicados, se ha hecho tan frecuente la profusión de opiniones de contenido jurídico, que pareciera que gozamos en España de una edad dorada del Derecho. Lo prodigioso es que, más allá de los denominados juristas de reconocido prestigio y de los simples juristas, nos brotan con admirable facilidad opinantes totalmente ajenos al mundo del Derecho que sin embargo se consideran capaces de sentenciar sobre cualquier institución, procedimiento y asunto judicial por muy enrevesado que sea.
Curiosamente, estos ignorantes de lo jurídico suelen ser gerifaltillos políticos e incluso Diputados que, sin complejo alguno, se lanzan a los micrófonos para pontificar, no ya sobre cuál es la jurisprudencia a aplicar y cómo debe hacerse, sino también para denunciar públicamente a aquellos jueces que según ellos prevarican y tendríamos que expulsar de la judicatura.
Aunque en realidad, sólo repiten el argumentario que previamente les han facilitado los doctrinarios de sus respectivos partidos; pero lo hacen con tan aparente conocimiento que diríase que están más cerca de ocupar una cátedra en Derecho, que la que goza Begoña Gómez en lo suyo, sea lo que sea. Entre estos «juristas» deslumbran por su osadía (¿quién dijo miedo?) algunos que ni siquiera superaron el primer curso de la carrera (no jurídica) en que se matricularon. Pero ¿acaso van a saber más los jueces sobre leyes y Derecho, que estos que llevan media vida calentando escaños y aprobando o rechazando todo lo que le digan sus jefes?