Desde la ignorancia de lo que sienten los muertos, víctimas del terrorismo asesino etarra, se podría llegar a pensar que, pese a que están muy bien los actos en su recuerdo, pudiera ser que quizás, a lo peor, si se les diera a elegir, preferirían menos homenajes con políticos pronunciando grandilocuentes palabras ajadas, y mucha más justicia para la dignidad de su memoria.
Porque pudiera ser que, sin pretender molestar excesivamente a nadie, antes que mil actitos y discursos prefirieran que sus asesinos no se sentasen cómodamente en las instituciones; que los partidos políticos que cobijan y respaldan a esos asesinos, estuvieran ilegalizados, así como las concentraciones y manifestaciones de miserables que reivindican la «heroicidad» de los asesinos; que muchos jueces no perdiesen las puñetas por aplicar cuanto antes medidas de gracia a los asesinos; y que a quienes se les llenaba la boca con proclamas de que los asesinos se pudrirían en las cárceles, etc., etc., no mirasen ahora hacia otro lado, para que inexorablemente se cumpla la hoja de ruta pactada con los asesinos, que acabará poniéndolos a todos en la puñetera calle.
En definitiva, que hubiera auténtica justicia con quienes les asesinaron, y menos parafernalia de cara a la galería electoral. Pero claro..., esto se piensa desde la ignorancia de lo que pueden sentir los muertos. Porque ellos, los pobrecitos, por no molestar no dicen ni mu.
Miguel Ángel Loma Pérez