Sr. Director:
Es cierto también que muchos jóvenes son instrumentalizados hasta convertirlos en presa fácil de propuestas deshumanizadoras elaboradas por grupos de poder. La Iglesia tiene el reto de acompañarlos en su camino y de propiciar en los propios jóvenes una verdadera preocupación por otros jóvenes, que víctimas de guerras, de adicciones o de flagelos como el aborto, necesitan su ayuda. El amor de Dios y la relación con Cristo vivo no impiden soñar ni estrechan el horizonte; al contrario, estimulan y proyectan hacia una vida mejor y más bella; una vida verdaderamente libre, que no se convierta en títere a merced de las tendencias del momento y que esté dispuesta a dar un paso de valentía juvenil y profundamente evangélica que este momento histórico requiere.