Sr. Director:
La lectura veraniega de un libro sobre el cristianismo en los tiempos del imperio romano que lleva por título “La paciencia”, escrito por Alan Kreider, ha dado mucho juego. Se podrían escribir varios artículos, sobre varios temas, después de la atenta lectura.
La pregunta inicial que se hace el autor es una pregunta clásica: cuál fue la razón de la expansión y fecundidad del cristianismo en los cuatro primeros siglos, en un contexto no precisamente favorable.
Y la respuesta es clara: la paciencia, la pedagogía de la paciencia de Dios en la vida testimonial de los cristianos. La paciencia hunde sus raíces en la naturaleza de Dios. La médula de la paciencia se manifiesta en la encarnación de Jesucristo. La paciencia escapa al control humano, no tiene prisa, no es convencional, no es violenta, promueve la libertad religiosa y pone confiadamente el presente y el futuro en manos de Dios, es portadora de esperanza.