Sr. Director:
La lepra en los tiempos de Jesucristo, que curó a varios leprosos, de forma clara y milagrosa, era el principal mal que podía afectar a una persona. Al enfermo de lepra se le consideraba una especie de muerto viviente. Se le declaraba impuro y se le apartaba de la vida social.
En tiempos de Jesús la separación estaba reglamentada de tal manera que los leprosos no podían entrar en la ciudad de Jerusalén y vivían fuera de las murallas. Las prescripciones de pureza estaban motivadas cultualmente, porque Israel tenía que ser un pueblo puro para Yahvé. La teología rabínica consideraba la lepra como castigo de Dios por pecados cometidos. En consecuencia, veía al leproso como un pecador. Se distinguían diversos tipos de lepra, que eran muy amplios, hasta 72 tipos se reconocían. El sanado de lepra tenía que obtener la confirmación de los sacerdotes, puesto que a ello se unía un sacrificio, y el único lugar para realizarlo era el templo. Las casas y los vestidos eran minuciosamente controladas y desinfectadas.
La Covid-19, con sus múltiples variantes, parece una especie de lepra en la sociedad laicista-incrédula que ha tomado el mito científico como una especie de magia pseudo-religiosa, que si no cura todo es porque no se ha investigado de forma eficiente, pero se llegará ello alguna vez aunque no se sabe cuándo ni cómo.
El virus de la Covid-19 está en todos los sitios; se aísla a los presuntos infectados en cuarentenas, término medieval para protegerse de las pestes negras frecuentes. Afecta a todos sin distinción de sexo, edad, condición. Se exige, como pasaba con la lepra, un certificado de haber superado la infección vírica mediante la vacunación, pero no ante el sacerdote sino ante el político de turno, quien debidamente adoctrinado por el asesor, expide los certificados deseados para aparentar lo que llama inmunidad de rebaño, que como tal nos consideran. La ciencia puede estar unida a la oración: porque ni el trabajo estorba al rezo ni el rezo al trabajo. Como lo demostró Jesucristo con sus milagros, solo pedía la fe.