Cartas al director
La deriva catalana, con o sin referéndum, continuará
Sr. Director:
Sin la menor duda, los españoles, estamos soportando por uno de nuestros peores momentos.
Concretamente nos encontramos ante una especie de golpe de Estado, y no precisamente sobrevenido sino anunciado y con escaso tiempo para frenarlo. Se trata, como todos sabemos, del atropello secesionista propiciado por un amplio sector de la clase política catalana, empecinados en la celebración de un ilegal referéndum que culmine con la ruptura de España y la creación de la República Independiente de Cataluña, a lo que obviamente se opone el Gobierno.
La buena política consiste en el arte de prevenir, máxima que en nuestro caso no se ha cumplido ni de lejos. Dejar pasar el tiempo por temor a enfrentarse con los problemas, guste o no, denota la ausencia de un auténtico liderazgo como sucede en nuestro caso. Diga lo que diga Rajoy y con anterioridad su asesor Pedro Arriola, abusando del mantra de que "el tiempo lo soluciona todo", no pasa de ser una falacia practicada por la cachaza de nuestro presidente, apoyándose en la estrategia de tratar de extenuar y acorralar al enemigo antes de enfrentarse a él. Situación que a estas alturas resulta prácticamente inútil.
A dos semanas de la convocatoria de la presunta consulta, tratando de buscar culpables y señalar sobre quien recae la responsabilidad de lo que está ocurriendo de nada vale, prácticamente como llorar sobre la leche derramada, aunque en nuestro caso, los dedos señalen al nefasto expresidentes Zapatero (PSOE), y posteriormente al Jefe del Ejecutivo por los motivos anteriormente citados.
Una mayoría considerable de españoles se muestran a favor de actitud adoptada por el PSOE y Ciudadanos, sindicatos y empresarios en su apoyo al PP. Afortunadamente existe la creencia de que el Gobierno dispone de la fuerza suficiente para desbaratar la sedición y abortar la tentativa golpe de Estado tal como están difundiendo los medios Cuestión aparte será cómo y a qué precio se resolverá posteriormente la situación que nos permita recuperar parte de la necesaria tranquilidad a partir del 2 de octubre. Rajoy se ha comprometido a que el mencionado referéndum jamás llegará a celebrarse y así lo estimamos los ciudadanos mayoritariamente. De suceder lo contrario supondría la inmediata dimisión del presidente.
En lo que respecta a la última Diada, totalmente instrumentalizada y manipulada en parte, discurrió tal como se esperaba. Al celebrarse cuatro días después de que el Parlamento catalán desafiara al Estado eludiendo la autoridad del Tribunal Constitucional, su objetivo era proclamar una legalidad paralela para apoyar el separatismo apropiándose del espacio público. Ya no se trata de un acto festivo ni folclórico.
En esta ocasión el festejo sirvió para materializar la cruda división entre los propios ciudadanos con disturbios callejeros en toda Cataluña, dejando patente la fractura entre catalanes en una carrera hacia ninguna parte, y siempre manejados por sus caciques. Los separatistas de base, totalmente manipulados por sus dirigentes, tomaron la calle no solo para exigir el 'sí' en el referéndum sino para respaldar la impunidad de sus gobernantes, investigados o procesados por su desobediencia, prevaricación y malversación, pretendiendo romper con la Constitución utilizando la lógica asamblearia. Que personajes de la catadura de Arnaldo Otegui, condenado por terrorismo y representante de la más pura degradación sea ensalzado, rompe todos los esquemas más elementales del ser humano.
Cuando en un país como el nuestro comienza a cuestionarse la seguridad jurídica, las grandes empresas nos abandonaran tal como ya han anunciado multinacionales alemanas y estadounidenses que ya tienen elaborados sus respectivos planes urgentes de deslocalización, algo que le permitirá abandonar Cataluña en cuestión de horas.
Como final y aunque a más largo plazo, habrá que poner en valor las secuelas que está generando el odio entre partidarios y detractores del independentismo y no solo a nivel provincial y local, sino en el seno de las propias familias como ya está ocurriendo, unido las negativas consecuencias que se están inoculando a la población infantil y generaciones venideras.
No nos equivoquemos, el referéndum del próximo día 1º de octubre, con independencia de que no se pueda llegar a celebrar, solo servirá para distorsionar y enrarecer todavía más las desastrosas relaciones mantenidas entre una parte de catalanes y el resto de España por haber permitido que los acontecimientos se hayan desbordado ante la apatía e incomprensible permisibilidad de nuestros gobernantes. Esperemos al menos que en caso de no celebrarse la consulta, no se premie ni condone económicamente la deuda contraída por la Generalidad.....¡¡Tiempo al tiempo!!
José-Tomás Cruz
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