Sr. Director: Como recordaremos, en un intenso viaje de seis días a México, el Papa ha puesto el dedo en las llagas abiertas en este gran país. Francisco ha denunciado abiertamente el narcotráfico, la corrupción, la exclusión de los indígenas, la falta de oportunidades para los jóvenes…. Sus palabras han sido, a veces, muy duras, pese a lo cual ha sabido ganarse el corazón de los mexicanos. Francisco no ha ido a regañar, sino como un padre que quiere ayudar a ese pueblo a superar los problemas que hipotecan su futuro. La fe popular de los mexicanos, a su entender, constituye un precioso depósito que es preciso poner en movimiento. La religiosidad no puede quedarse en procesiones populares. Domingo Martínez