Sr. Director:
Dado que la visita del Papa a Irlanda, que tuvo lugar el último fin de semana del pasado mes de agosto, pasará al olvido mediático en su contenido esencial, considero que no está de más, antes de que se acumulen las informaciones sobre las consecuencias de lo que está pasando en la intrahistoria de la Iglesia, y del Vaticano, hacer referencia a algunos contenidos, a algunas palabras, a algunos de los discursos del Papa en Irlanda.
El Papa nos ha recordado que, en un mundo que está perdiendo la capacidad de amar, en un mundo del olvido del lenguaje de la caricia, de la fuerza de la ternura, el amor es lo que Dios sueña para nosotros y para toda la familia humana. Las familias pueden ayudar a Dios a realizar un sueño, crecer en la unidad y aprender qué significa para el mundo entero vivir en paz como una gran familia.
Fueron muchos los momentos en los que las palabras del Papa sonaban como aldabonazos en la conciencia de las familias. Por ejemplo, en el festival, esa afirmación central de que “Dios quiere que cada familia sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo”. ¿Qué significa esto? Que la vocación al amor y a la santidad está en el corazón de las familias que ofrecen amor, perdón, misericordia.