Sr. Director: Con el corazón puesto en las diversas periferias del mundo, el Papa pone ahora encima de la mesa el sueño de viajar a Sudán del Sur, país devastado por la guerra civil y por la hambruna. No me parece que será fácil organizar un viaje de tal calibre a un país en el que no puede entrar ni la ayuda humanitaria, pero el simple hecho de expresar el deseo de viajar y de hacerlo conjuntamente con el primado anglicano, nos invita a considerar con seriedad que no todo está perdido, que, incluso en las periferias más abandonadas de la tierra la paz es posible, y que no se trata de un deseo iluso, sino de una esperanza cierta, fundada en Dios que nunca defrauda, y que nos enseña con toda claridad que la paz es la línea única y verdadera del progreso humano. Nada es imposible, tampoco viajar a Sudán del Sur, si nos dirigimos a Dios con nuestra oración conjunta, porque todos, absolutamente todos, estamos llamados a ser artesanos de la paz. Juan García