Sr. Director:
El Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, que se ha celebrado durante las últimas tres semanas de octubre en El Vaticano, concluía el domingo 18 con una Eucaristía multitudinaria, presidida por el Papa Francisco.
Un Sínodo dividido en tres partes, doce capítulos y con el hilo conductor del pasaje de los discípulos de Emaús, el Documento final del Sínodo, publicado el sábado por la tarde, reconoce la necesidad de acompañar de forma integral y de escuchar mejor a los jóvenes; un Documento amplio en el que se abordan sin tapujos temas no siempre sencillos como las migraciones, la belleza de la propuesta cristiana de la sexualidad y la afectividad, la importancia de no reducir la definición de la identidad de las personas a partir de su orientación sexual, la corrección fraterna, el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, la puesta en valor de la gran cantidad de obispos, sacerdotes, consagrados y laicos que se entregan de manera ejemplar a la misión con los jóvenes, y también la lacra de los abusos de todo tipo, frente a los que el Sínodo plantea un compromiso inequívoco de verdad, de petición de perdón, y de toma de conciencia de lo que ha ocurrido para reaccionar con decisión y poner todos los medios posibles para evitar que se repita.
Como ha subrayado el Papa en la Eucaristía final, es imprescindible dar testimonio coherente del Evangelio, salir al encuentro, también de los alejados, escuchar a los jóvenes y acompañarles en todo momento y condición, pasando la fe por la vida para no correr el riesgo de hablarle solo a la cabeza, sino tocar el corazón de cada joven, necesitado de testigos próximos, de referentes capaces de presentar con exigencia, pero sobre todo con autenticidad, frescura y cercanía el mensaje del Evangelio.