Sr. Director:
En recuerdo del terrible infanticidio ordenado por Herodes ante la noticia del nacimiento de Jesús, se eligió la fecha del 28 de diciembre para defender el derecho a nacer.
Los provida, con sus limitados medios frente a los poderosos tentáculos de una cultura de la muerte financiada por lucrativos intereses, intentan remover las conciencias atrayendo la atención sobre esta otra matanza, ya casi rutinaria, de millones de seres humanos eliminados en el vientre de sus madres. Genocidio de los más indefensos e inocentes entre los inocentes, a los que se les niega el derecho a vivir mediante un acto voluntario de muerte denominado aborto, pero que ahora nos equiparan con una mera intervención «interruptora» similar a extirparse un incómodo forúnculo y elevado a sacrosanta conquista de la mujer sobre su propio cuerpo; aunque obviando el sutil detalle de que se trata de otro ser humano diferente a ella. Un acto de muerte que se practica aplicando las más variadas técnicas; alguna tan cruelmente sofisticada que, realizada sobre la hembra de cualquier otro mamífero, provocaría el encendido rechazo de los animalistas menos sensibles, tachándola de «inhumana». La macabra inocentada que nos evoca también esta fecha, es la de comprobar cómo aquéllos que defienden el derecho a vivir de los más inermes seres humanos, han sido demonizados socialmente por los mismos que legitiman el derecho a matar a los inocentes que, curiosamente, han pasado a convertirse en respetables adalides del progreso humanitario.