El médico está para defender la vida y la salud, y el aborto es lo opuesto. No es extraño, pues, que tantos médicos se opongan a realizar abortos en los hospitales públicos; por ejemplo, El Hospital de Sant Pau y el Clínico San Carlos, que derivó a una embarazada a una clínica privada, porque “mientras haya latido fetal, no hacen abortos”. Pero, ahora, Podemos en el poder pretende obstaculizar el derecho a la objeción de conciencia de los médicos.
Ante ello, cobran actualidad las palabras sobre el aborto, del gran escritor vallisoletano Miguel Delibes, Premio Cervantes y otros muchos, que fue director de “El Norte de Castila”: “El feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio (...) . El «Nosotras parimos, nosotras decidimos» sería incontestable si lo parido fuese algo inanimado”. “Una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, con un código genético propio (…) Las partidarias del aborto sin limitaciones piden libertad para su cuerpo, y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero (…). Antaño, el ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero (…). Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y, ante él, el progresismo vaciló (…).No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables. (…)”. Concluyó: “Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, ¿qué pinto yo aquí? Porque la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado".