Sr. Director:
Los capitostes de Bruselas han lanzado una mendaz campaña contra Polonia acusándola de ser una amenaza para la Unión Europea porque su Gobierno (marcadamente católico) se opone legítimamente a tragar con las imposiciones globalistas de la UE en temas como la inmigración y el adoctrinamiento escolar en la nefasta ideología de género; objetivos ambos que, sin apenas enterarnos, nos los han convertido en pilares sagrados de la UE.
Para convencernos de lo malísimo que es el Gobierno polaco, les lanzan acusaciones tan zafias como la de perseguir a los LGTBI y a los inmigrantes; y además les amenazan con el vergonzoso chantaje de negarles las ayudas económicas por la pandemia.
Al parecer, lo que sí resultaría discutible contra Polonia sería su sistema de nombramiento de los órganos del Poder Judicial, que se asemejaría bastante al de España, pero como nosotros acogemos con fervor todo lo que nos largan, con España no hay problema.
Aunque en verdad, lo que late detrás de toda la forzada ofensiva de los gerifaltes de Bruselas contra el Gobierno polaco es una cuestión de soberanía, respecto a si las Constituciones nacionales están por encima de las leyes que emanan de la UE, o de si sólo lo están (como se ha demostrado en otras ocasiones) las de Alemania y Francia; y a los demás sólo nos toca tragar y callar.