Sr. Director: El actual ministro del Interior ha declarado en una reciente entrevista que Policías y Guardias Civiles son víctimas del odio inoculado en Cataluña por Puigdemont y todo su equipo de Gobierno. Aunque parece evidente que los desaforados gestos y reacciones que hemos presenciado en Cataluña por una parte importante de catalanes contra Guardia Civil y Policía Nacional son causados por el odio, lo de atribuírselo en exclusiva a Puigdemont no es sostenible. Nuestras Fuerzas de Seguridad han sido víctimas de un odio que lleva decenas de años inoculándose desde las escuelas y desde algunos influyentes medios catalanes, pero con la aquiescencia de los partidos que han gobernado en España, incluyendo por supuesto al Partido Popular. Partidos que, cuando para gobernar han necesitado el apoyo de los nacionalistas catalanes, miraban hacia otro lado mientras se incubaba el huevo de la serpiente. Echar ahora la culpa del odio al último que llega, aunque también tenga su parte, no es de justicia. Y precisamente porque ya se sabía que eran víctimas del odio, nuestros guardias y policías deberían haber contado con una mejor previsión y cuidado de lo que imaginábamos todos que pudiera sucederles y que acabó sucediendo. Se tendría que haber evitado las humillaciones de las que fueron objeto, y que además provocaron una nueva manipulación por los maestrillos demagógicos de siempre. Junto al efecto añadido de que se hayan ido creciendo los personajillos que dirigen las turbas que les acosaban y cercaban. Ojalá aprendamos de todo lo sucedido, que hay cosas que no pueden seguir igual. Miguel Ángel Loma