Sr. Director:
Los que quieren proclamar las leyes de la Europa del futuro parece que están preparando un borrador de ley que a efectos legales establece la igualdad de todas las células humanas. O sea, que todas reciban el mismo trato y, por lo tanto, puedan servir para experimentos, ensayos, de todo tipo.
Esa posible ley se acerca a la barbaridad moral y jurídica de la ley que concede el “derecho” a abortar. Con toda desfachatez, reconocen que en el paquete de la igualdad, un embrión tiene la misma consideración que una célula de un brazo, de un pie y, por lo tanto, se pueden hacer manipulaciones a un ser vivo en los primeros momentos de su existencia.
¿Por qué ese desprecio a la Vida en una civilización que acabó con la esclavitud, con la trata de personas, entre otras barbaridades con el ser humano? ¿Se diferencian esas leyes de las puestas en práctica, por Stalin, por Hitler, etc.?
Sólo cuando Europa vuelva a reconocer y defender la dignidad de la vida humana desde el instante de su condición hasta el momento final, comenzará a renacer de sus cenizas. Y ese paso sólo lo dará si vuelve a Dios, si regresa a Jesucristo.
Los clamores de muerte, las noticias de asesinatos, de violencias, de exterminios masivos de seres humanos, parecen sepultar los cantos a la vida -historias de cada día- que surgen por doquier, y sin cesar, en este mundo nuestro que, por muy viejo y decrépito que se pueda presentar, no estará nunca del todo cansado de vivir.