Sr. Director:
Quienes apoyan a opciones liberal conservadoras, las mayoritarias en las urnas, esconden su real intención, algo inexplicable en democracia.
La razón de este fenómeno parece evidente: la opinión pública y la publicada están dominadas hoy por las tesis opuestas, frente a las cuales los que defienden idearios de centro derecha están sencillamente acomplejados, empezando por sus líderes.
Como se suele decir ahora, el relato o el discurso están en manos de quienes no gobiernan. Y la real mayoría social, en lugar de hacer valer su forma de ver la vida, se limita a adoptar las maneras de sus contrarios, escondiendo vergonzantemente las propias. Ni tan siquiera se atreven a rebatir públicamente esas tendencias, sino que las hacen muchas veces suyas, provocando perplejidades a sus huestes.
Hay innumerables asuntos en los que esto se hace palpable. Los que guardan relación con los actuales modelos cívicos resultan paradigmáticos. Como nuevo caballo de Troya de las ideologías alternativas, se aceptan como normales experimentos que no solamente resultan disparatados, sino que carecen de cualquier futuro despejado. La novedad, aunque no traiga nada nuevo, desplaza a la tradición, a pesar de que ha servido, sirve y servirá para garantizar el progreso en cualquier ámbito.
Sin necesidad de concretar, todos sabemos de modas que hoy se adoptan en estas materias y que no tienen un pase, pero que se admiten progresivamente por la machacona insistencia mediática sobre su idoneidad.
Enfrentarse a ellas constituye una temeridad, debido a la dictadura de la corrección política que las impulsa, incluso con el refuerzo en ocasiones de un derecho indebidamente concebido como mera prolongación del programa de las formaciones que las diseñan.