Sr. Director:
Vivimos desde hace tiempo una de estas operaciones cuyo único objetivo es derribar la Monarquía y, si es posible, hacerlo mediante un referéndum que, llegado el momento y con el caldo de cultivo bien aderezado, sería algo pedido clamorosamente por los españoles.
Será la confesión de republicanismo de este o de aquel partido; se sustanciará mediante una campaña en los medios de comunicación en la que intelectuales (más o menos) aboguen, en sesudas reflexiones, por la bondad de la república; van calando las algaradas callejeras y se quemarán efigies del rey, se silbaran sus comparecencias públicas, se airearán los trapos sucios de una familia o se pondrán en primera fila de expectación pública delitos y pasos en falso de algunos de sus componentes.
Hasta aquí, todo más o menos normal, Cualquier ciudadano, solo o en grupo, tiene derecho de decir qué sistema le parece el mejor para personalizar la Jefatura del Estado y, por supuesto, tiene todo el derecho de difundir sus ideas en uno u otro sentido. Esperemos a ver que pasa los días 17 y 18. No al pie de la letra pero sí casi todos nuestros presupuestos.