Sr. Director:
Una vez transcurra la Semana Santa, habrá que valorar como se merece la valiente medida aprobada por los Ayuntamientos en unión con los Consejos de Hermandades y Cofradías, de prohibir el uso de los teléfonos móviles para hacer fotografías y selfies delante de los pasos. Esta arrolladora costumbre ha ido transformando la visión de nuestrsa procesiones en un extraño espectáculo de lucecitas y brazos alzados (con perdón), donde lo que cuenta es estar presente en determinados lugares y situaciones que nos permitan almacenar todas las imágenes y sonidos posibles hasta saturar la memoria de nuestros móviles, para después dejarlas arrumbadas y sin volver a verlas.
Sin embargo ahora, con esta audaz medida se nos brinda la posibilidad de retomar aquellos tiempos perdidos, que los más jóvenes ni siquiera conocieron, donde presenciábamos la Semana Santa con otra disposición de ánimo, porque lo verdaderamente importante era ver, sentir, vivir y captar la belleza de algunos momentos singulares que quedaban impresos en nuestras almas, pero sin la odiosa necesidad de certificarlo todo documentalmente.
PD: Obviamente la anterior prohibición es sólo una fantasía sobre una Semana Santa imposible ya de recuperar.