Sr. Director:
No aludía, el secretario general y portavoz de los obispos, cuando comentaba las dificultades para hablar con el PSOE, a sospechas más o menos fundadas, sino a afirmaciones sustentadas en declaraciones de intenciones por parte de quienes ejercen hoy en el PSOE las máximas responsabilidades de gobierno, enarbolando una trasnochada concepción del laicismo ya superada en las principales democracias occidentales, lo cual representa una anomalía democrática.
Nadie discute al PSOE, al menos yo no, o a cualquier otro partido su derecho a proponer una determinada visión del ser humano y de la sociedad, pero cuando esas propuestas se plantean con la voluntad de excluir a amplios sectores de la sociedad, queda retratada una actitud preocupantemente sectaria, incompatible con un partido de gobierno, que se vanagloria de ser el que mejor representa la diversidad de la sociedad española pero que una y otra vez tropieza en la misma piedra del laicismo.