Quiero recordar en estos momentos que el problema sustancial de la Ley Zapatero, ley del aborto libre, radica en que considera el aborto como un derecho de la mujer y deja sin la más mínima protección al concebido y no nacido.
Así lo entendió también el PP de Rajoy, y por eso bajó a la calle contra esta ley e interpuso el correspondiente recurso ante el Tribunal Constitucional. Se equivoca ahora el PP si considera que la inclusión de la necesidad del consentimiento de los padres va a hacer que desaparezca el descontento que provoca su grave incoherencia.
Llegan diversos procesos electorales y el PP debe clarificar cuál es su política: una política fiel a su cultura tradicional de defensa de la vida, o basada en el descarte de los más vulnerables para no irritar a ciertos medios y poderes sociales.
D. Martínez