Sr. Director:
No sólo fue un gran santo, sino un extraordinario teólogo, maestro de Tomás de Aquino, y un gran apasionado por las ciencias de la Naturaleza, a las que dedicó importantes trabajos de investigación, según la metodología de su tiempo. San Alberto Magno es uno de los más preclaros eclesiásticos que demuestran la falsedad ridícula de los que acusan a la Iglesia Católica de enemiga de la Ciencia, cuando la realidad es que el análisis y estudio de los seres naturales fue una prioridad en los estudios eclesiásticos... San Alberto fue un dominico comprometido con la Iglesia y con la sociedad de su tiempo. Profesor universitario, obispo de Ratisbona, visitó varias veces Roma y hasta se comprometió en Bolonia en la predicación de una Cruzada.
Defendió con profundidad a su discípulo Tomás de Aquino, cuando fue acusada de hereje por defender el aristotelismo como método filosófico. Su gran pasión por la naturaleza, especialmente por las ciencias físicas, insistió en la observación y experimentación, como método propio de las ciencias físicas, exactamente como la practican hoy los físicos modernos. Sus tratados De vegetalibus y De animalibus supusieron importantes avances en su tiempo. Gran teólogo y filósofo distingue con claridad la Teología de la Filosofía. Su doctrina teológica no conforma un sistema homogéneo y perfectamente estructurado como es el de su gran discípulo Tomás de Aquino. La reputación de San Alberto como hombre erudito y de amplia preocupación por los intereses espirituales fue grande en su tiempo; su mérito principal fue sin duda abrir para el Occidente Cristiano los contenidos positivos de la filosofía aristotélica, que en Santo Tomás llegará a su máxima expresión. Murió San Alberto en Colonia, el 15 de Noviembre de 1280.