Sr. Director:

Pienso que alivia las penas, cura heridas, restablece relaciones, sutura enfrentamientos, restañe hemorragias y, cual celestina progre, zurce virginidades políticas perdidas en golpes de estado, sediciones, fugas, asesinatos, malversaciones y hasta nepotismos varios.

Sin duda, Sánchez es el gran sanador de la vida pública que estaba absolutamente desahuciada y carente de vida, cuando él llegó a La Moncloa.

Al decir de Bolaños y demás componentes del coro -dentro y fuera del Gobierno- Sánchez ha sido la panacea para Cataluña, el blanqueador de la ETA, el restaurador del bienestar y la concordia entre los españoles y el que ha creado en España un clima respirable frente a la anterior putrefacción.

 Ha creado y no restaurado, porque no se trata de volver a recuperar algo que una vez existió y se perdió, sino que Sánchez con su acción de gobierno ha sido el muñidor de un nuevo clima y una singular forma de hacer las cosas y de gestionar los asuntos públicos.

 Por eso estigmatiza y repudia todo lo anterior. Y lo anterior no es solamente la derecha arriscada e irredenta, sino el pasado de su propio partido y de los mismos líderes que le deberían de merecer respeto, sino admiración. Partido y líderes de cuyas fuentes ideológicas se supone que bebió Pedro antes de que creara ideologías, descubriera manantiales inagotables para cambiar de opinión sin mentir y argumentos que jamás se habían empleado.