Sr. Director:
No sé qué sentido tiene que alguien con una fe bajo mínimos, sin apenas formación cristiana y sin intención tan ni siquiera de ir a misa los domingos, hable, sin embargo, del infierno con una seguridad apabullante. Lo más típico en estos casos es que se diga, “es posible que exista, pero allí no hay nadie”. No aman a Dios ni tienen interés por las cosas de la religión, pero seguramente en el fondo del alma hay una aprensión, un miedo. ¿Y si hubiera algo de eso? Entonces, en su simpleza, se inclinan por “si hubiera Dios, tiene que ser misericordioso”, y a seguir con sus desvaríos.
Jesús dijo, según nos cuentan los evangelistas, que a Judas “más le valdría no haber nacido”. Parece que es una prueba de que “alguien” hay. Pero, además, la Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento, abunda en citas en donde se habla de la realidad de los condenados. En Mt 25, 46, se dice: Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna. Palabras semejantes hay en Lucas 16, en Marcos 9, en Apocalipsis 21, en Mateo 8, etc., y varios textos del Antiguo Testamento: Sabiduría 6, Isaías 66, Deuteronomio 31, etc. Por tanto, parece seguro que algo hay.