Cartas al director
Somos omnívoros: ¡Qué suerte!
Sr. Director:
La especie humana ha subsistido a las glaciaciones gracias a una virtud que le ha preservado de diversas catástrofes: es omnívoro.
Pones a un vegetariano en Laponia o en Groenlandia y dura muy poco, porque allí las huertas no es que se lleven muy poco, es que resultan imposibles.
Las ratas comparten con nosotros esa amplia dieta alimentaria, e incluso la aumentan, porque son capaces de comer cordones, cuerdas y hasta tubos de plástico que, hasta ahora, no se han incorporado a la nueva cocina.
Digo esto para recordar que de vez en cuando, surge un estudio que dice que algo de lo comemos evita nuestra imposible inmortalidad. Y se organiza un pasmoso eco, ante algo que no es ningún descubrimiento, que se conoce y que, por tanto, resulta irrelevante. Con esa vocación que poseemos para organizar tormentas en vasos de agua, nos disponemos a debatir sobre la obviedad.
Y que tenga que salir una ministra a decir que debemos tender a una dieta equilibrada es como si a los niños hubiera que explicarles que las galletas y el pan tostado, si se mojan, dejan de estar crujientes. Claro que los niños, que somos los empadronados de este país, somos quienes tenemos la culpa de elevar a categoría porcentajes que son una anécdota en cualquier alimento, siempre que no sea ácido clorhídrico, que es algo que no solemos ingerir de aperitivo.
Le he escuchado muchas veces decir que el oxígeno que nos da la vida es el que nos oxida y nos mata. No es un oxímoron, sino una realidad, de la misma manera que adelgazar es una cuestión aritmética como el de la cuenta corriente: si metes mucho y sacas poco engordas; si metes con sobriedad y sacas con entusiasmo, adelgazas. Las dietas están bien, porque crean muchos puestos de trabajo, pero los dietista vienen a ser como los consejeros de familia, que podrían evitarse si cada uno aplicara un adecuado porcentaje de sentido común.
Claro que si comemos carne nos podemos morir. Puede que sea el pan uno de los alimentos que se considere menos peligroso, pero si te comes tres kilos de pan, te puedes morir. Vivir es peligroso. Y vivir desequilibradamente mucho más, sea en 1a comida, en la bebida o en cualquier otra actividad. Pero eso no nos lo tendría que recordar nadie.
José Morales Martín
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