Sr. Director:
Algunos sorprendentes casos relacionados con el mundo judicial, han sido reciente noticia. Como por ejemplo, el de una madre condenada a dos meses de prisión por darle dos bofetadas a su hijo de 10 años que no quería ducharse. O como el del policía juzgado por defenderse repeliendo a tiros el asalto nocturno a su vivienda familiar, y herir a tres de los cinco asaltantes. (Al policía le piden 20 años de prisión; y a los asaltantes, entre tres y cinco). Y otro más, el reconocimiento del Tribunal Supremo, del derecho del juez Santiago Vidal a regresar al servicio activo, tras cumplir tres años de sanción por participar en la redacción de una Constitución separatista para la «república catalana». Vidal es además uno de los investigados por el pasado referéndum ilegal y por afirmar que la Generalitat tenía una partida «camuflada» de 400 millones de euros para organizar la consulta y preparar las estructuras de Estado de una Cataluña independiente. Así como por afirmar también que contaban con datos de los ciudadanos para confeccionar el censo de votantes. Pese a que este último caso haya pasado más desapercibido y parezca menos llamativo, es el que verdaderamente resulta más demoledor con el estado de nuestra justicia.