Sr. Director:
Aún colea el revuelo generado por la victoria en los campeonatos universitarios de USA, de la nadadora transgénero Lia Thomas, que nos coloca de nuevo ante la gravísima amenaza que supondrá la irrupción de la irracional ideología de género en el deporte femenino de competición.
La aplicación del fantástico discurso «superador de la ancestral dictadura del sexo binario de hombre y mujer» y de que cada cual elija el género con el que mejor se identifique, implicará que cualquiera que manifieste sentirse mujer, podrá competir como mujer; pero eso sí: con ADN, cuerpo, hormonas, fuerza y capacidades musculares de un varón; lo que le otorga una superioridad física incuestionable en la inmensa mayoría de los casos.
Esta manifiesta injusticia podría salvarse incluso desde los propios postulados de la ideología de género, bien suprimiendo la separación de categorías y reduciéndolas a una sola que acogiera todos los géneros; o bien estableciendo tantas como géneros diferentes reconozcamos (treinta y tantos).
Exceptuando aquellas disciplinas exclusivamente femeninas, la competición en una única categoría significaría la previsible victoria arrolladora de los varones. Este grosero supremacismo masculino sólo cabría salvarlo con la segunda opción, que encima es mucho más plural, diversa y divertida que las aburridas categorías deportivas binarias.